Ese "otro" al que Occidente se encontrará en cada
aventura colonial, causa fascinación y horror, no se
comporta como ellos, no piensa como ellos, no posee la misma
lengua, ¿cómo se podría llevar a buen cabo
el proyecto modernizador, si existe tanta diferencia en el mundo?
El colonizador y el científico occidental, defensores del
proyecto modernizador, hacen cada cual su trabajo para poder
reducir toda diferencia que obstaculice la realización de
dicho proyecto.
A su vez, se requería de unidad para llevar a
cabo este proyecto, ¿cómo unir a seres tan
disímiles y con intereses diversos? El concepto de
población generó esa característica, pero
más que generarla, la impuso. Ya que esa unidad no
reconocía la diferencia, no es una unidad en un sentido
democrático, sino más bien autocrático.
Jamás se consenso si las otras partes del mundo deseaban
compartir el mismo proyecto de Occidente, y cómo dicho
acuerdo sería imposible, sólo sería
realizable bajo la lógica de la imposición. La
diversidad que constituye la unidad, en el concepto de
población, la anula.
Marx, sería el primero en señalar que
dicha abstracción, contenía elementos concretos,
que se pasaban por alto, y que por ende requerían de ser
analizados a la hora de estudiar esa abstracción que se
denominaba población, y entonces dejaría
de ser una simple abstracción ya que contendría los
elementos históricos que la componen. Y que por lo tanto,
no existe la población, sino las
poblaciones.
Sin embargo, ese proyecto modernizador no se
detendría ante las críticas hechas por varios
pensadores; por el contrario, en los estudios de población
se puede observar como la lógica de la modernidad
prevalece. La "Teoría de la transición
demográfica", como se le denominó, se enmarca en el
proyecto modernizador de Occidente.
La
transición demográfica, el anzuelo de Occidente. La
demografía desde una perspectiva
histórica
La concepción de la transición
demográfica tiene sus orígenes en el pensamiento
malthusiano. Malthus señalaba que existía un
crecimiento geométrico de la población, en tanto
que los recursos crecían de manera aritmética, por
lo que en determinado momento, si la población no
detenía su crecimiento los recursos llegaría a su
fin y con ello a la población. La tesis de Malthus le
llevo a plantear que había que establecer un control sobre
la natalidad, en particular, de las clases más pobres. El
control de los nacimientos, sería sólo a
través de una mayor racionalización de los
individuos y, a su vez, esto permitiría la
modernización de la sociedad. Con esto, establece un eje
fundamental Población-Recursos que después
sería reformulado pero, que guía gran parte de los
estudios demográficos.
Las tesis neomalthusianas, centran su
preocupación en la reproducción de la
población y por un lado, plantean que la
reproducción de esta afecta de manera directa en el
crecimiento y desarrollo económico por otro lado, plantean
que son las condiciones económicas y sociales las que
inciden de manera directa en la reproducción de la
población. "En este discurso neomalthusiano es clara la
reformulación de la relación
población-recursos en el marco de la modernización.
Por un lado, la modernización es el objetivo y, por otro,
la dinámica de la población es el
obstáculo." (Canales, p.398)
Se invierte el eje Población-Recursos por
Recursos-Población, sin embargo, se sigue concibiendo el
mismo proyecto. En el fondo está el objetivo de generar
una modernización ya sea vía la población o
vía el desarrollo económico, pero que se
vería reflejado a final de cuentas en la primera.
Occidente, tendría que encargarse de determinar que
parámetros determinarían la modernización de
una sociedad, y para ello habría que establecer a partir
de la población, en que momento se había pasado de
una sociedad premoderna a una moderna.
La transición demográfica sirve como
anzuelo para el resto del mundo, para compartir ese proyecto
modernizador. El concepto de transición
demográfica, hace alusión de pasar de un estadio
demográfico a otro. Sin embargo, no deja de estar cargado
de una visión teleológica de la historia. Porque a
pesar de que lo que denomina con ese nombre es "una
descripción sintética de aparentes regularidades
observadas en el pasado, que sugiere algunas relaciones entre la
evolución de la población y el crecimiento
económico" (Arango, p.173), lo que concibe es un modelo de
sociedad, un modelo de población moderna, una
modernización demográfica. Y así,
se entendió por mucho tiempo en la demografía y en
diversas ciencias sociales, lo que llevó a su vez, que se
aplicaran políticas de población tendientes a
equiparar esta dinámica de población.
Tal como señala Canales: "La
modernización demográfica se
expresaría concretamente en el tránsito desde una
sociedad tradicional caracterizada por altos niveles de
fecundidad y mortalidad, hacia una sociedad moderna
caracterizada, en cambio, por bajos y controlados niveles de
tales variables demográficas. La reducción en los
niveles de estas variables demográficas se asocian al
proceso de modernización de la sociedad en términos
de que la secularización de las relaciones sociales
implicarían un cambio radical en el comportamiento
demográfico, en especial, con relación a las
prácticas de reproducción de la población,
la formación de hogares, la inserción laboral de
las mujeres y el cambio en la estructura de valores, entre otros
factores."(Canales, p.394)
En Estados Unidos y Europa, en los siglos XIX y XX,
había experimentado cambios notables en las tasas de
fecundidad y mortalidad, ambas habían descendido, a su
vez, en este tiempo, EU y Europa había intensificado su
proceso de industrialización y modernización. Por
lo que demógrafos como Thompson, Notestein, Coale, Bacci,
entre otros, plantean que para que otras regiones alcancen el
mismo desarrollo de estos países, tendrían que
seguir el mismo transito demográfico, pasar de altas tasas
de natalidad y mortalidad a bajas. Para ello, estos países
tendrían que aplicar políticas tendientes al
control de la fecundidad, y a su vez, hacer reformas en el
sistema de salud para disminuir la mortalidad.
Fue como poner una zanahoria delante de los demás
países: el desarrollo económico de estas regiones,
a la que aspiraban la mayoría de las sociedades, fue el
anzuelo necesario para anclar a estos países en una
dinámica demográfica e histórica, que no era
ad hoc a la realidad que experimentaban estas regiones.
Así mismo, la demografía realizó estudios
para revelar los elementos que habría que modificarse y
generar las condiciones para que se desarrollará esta
transición demográfica.
El estudio de las tasas de fecundidad y mortalidad se
hizo en función de esta perspectiva, se señalo que
existían tasas pretransicionales, las que significaban
elevadas tasas de fecundidad y mortalidad, baja esperanza de vida
y crecimiento moderado de la población. Y las tasas
postransicionales son bajas e igualadas tasas de fecundidad y
mortalidad, con elevada esperanza de vida y crecimiento bajo o
nulo de la población.
Esta transición demográfica fue
clasificada en cuatro etapas:
Transición incipiente. Alta natalidad
y mortalidad, con un crecimiento natural moderado.Transición moderada. Alta natalidad,
mortalidad moderada. crecimiento natural elevado.Transición plena. Natalidad moderada y
mortalidad moderada o baja, crecimiento natural
moderado.Transición avanzada. Natalidad y
mortalidad moderada o baja, un crecimiento natural
bajo.
Los países se ubicaron bajo estas diversas
clasificaciones según sus tasas de fecundidad y
mortalidad, y cada uno hizo lo posible por ubicarse en la parte
más alta de esa clasificación, ya que hacerlo
significaría alcanzar el ansiado o anhelado progreso tan
anunciado.
La tesis central para establecer esta relación
entre desarrollo y transición demográfica, es que
en la medida en que existiera una alta tasa de fecundidad, la
tasa de dependencia demográfica, sería mayor con lo
cual la población económicamente activa
dedicaría gran parte de los ingresos al sostén de
esta población, en cuanto a manutención, tiempo y
servicios. No sólo eso, sino una población que
creciera a tasas elevadas, carecería de los recursos y
servicios necesarios para abastecerse. De igual modo, las
condiciones en las que se encontraban los países en
vías de desarrollo, representarían mayor
vulnerabilidad para la población. Ninguno de estos
elementos es despreciable a tomar en cuenta en el desarrollo de
una población; sin embargo, el envejecimiento de la
población que ocasionaría la elevada
transición demográfica, generaría una alta
tasa de dependencia demográfica y a su vez con una
disminuida población económicamente activa, los
ingresos tendrían que disputarse entre la
manutención de la población envejecida o en el
desarrollo de la sociedad en su totalidad. No obstante, el punto
central está en: que las condiciones estructurales
permanecen intocables. A esto, varios autores señalaron
que los cambios en la dinámica de la población,
tendrían que venir acompañados de cambios
económicos y sociales, generando así la
modernización de la sociedad. Un mayor desarrollo
económico reduciría las tasas de mortalidad y a la
vez la fecundidad disminuiría en la medida en que hubiera
una sociedad más secularizada.
Aún así, la díada
Población?Modernización sigue presente. "Desde un
punto de vista diferente, pero también dentro del marco
neomalthusiano de la transición demográfica, se
plantea la relación población-modernización
en una dirección opuesta. No es la población la
base de la modernización, sino a la inversa, la
modernización es la base de la transformación del
régimen demográfico. En este esquema también
se plantea la necesidad de políticas de población,
pero en un sentido diferente. No ya como política de
promoción del desarrollo necesariamente, sino como
política que posibilite en la práctica la
'modernización' de los patrones demográficos."
(Canales, p.399)
El proyecto modernizador de Occidente requiere de la
homogeneización en todos los patrones, incluyendo los
demográficos, sólo así, sería
alcanzable dicha modernización. Ese "otro" no enunciado,
diluido e incluido en una cifra, cada vez se parecía
más a ese Uno al que aspiraba Occidente, tal
parecía que la historia de ese otro, con sus
discontinuidad y unicidad, fácilmente sería
desdibujada y tomaría la forma que el mundo occidental
había recorrido. Esa linealidad histórica que se
pretendía con la transición demográfica,
comenzó a ser criticada desde otra vertiente de la
demografía, la histórica.
Los estudios empíricos de la demografía
histórica fueron derrumbando los supuestos de la
transición demográfica. El conocimiento de ese
pasado y futuro que planteó dicha teoría para gran
parte del mundo occidental, se demostró que era
inconsistente y en algunos casos se refutaba. "Las fuentes
más importantes de oscurecimiento de la aparente claridad
y unicidad de la experiencia histórica afectan a casi
todos los órganos vitales de la teoría de la
transición demográfica: entre otros, el nivel de la
natalidad en las sociedades preindustriales o pretransicionales;
la correspondencia entre grado de desarrollo económico y
nivel de evolución de las principales variables
demográficas en la escala de la transición o, lo
que es lo mismo, la intensidad de la asociación entre
desarrollo económico y cronología del descenso de
las tasas vitales; el supuesto monopolio causal de los factores
económicos en la alteración de los niveles
tradicionales de natalidad y mortalidad; la cronología del
inicio de la transición y la combinación de
factores responsable de los primeros estadios del crecimiento
moderno de la población; la duración —e
incluso, en algunos casos, la misma existencia— del
característico desfase entre descenso de la mortalidad y
descenso de la natalidad que predica la teoría". (Arango,
p.175)
La demografía histórica, logró una
importante herramienta de análisis, que fue la
reconstrucción de las familias, y a su vez, la
proyección retrospectiva, con lo cual le permitió
ir refutando cada uno de los supuestos planteados por la
transición demográfica. Este esfuerzo fue
inaugurado por académicos franceses, y fue seguido por los
ingleses, al crearse el Grupo Cambridge. Ambos generaron
nuevas técnicas y métodos que les permitieron
incorporar otras variables, entre ellas la principal fue la de
nupcialidad, la cual no toma en cuenta la transición
demográfica.
Con el análisis de la variable nupcialidad
planteaban que la fecundidad más bien dependía de
la edad a la que se contrajera matrimonio. En el caso de
Inglaterra se observó que existía una edad
más tardía para contraer matrimonio lo que a su vez
también reducía la edad fértil de las
mujeres y con ello la tasa de fecundidad: "la nupcialidad
continuaba ejerciendo la mayor influencia sobre la disponibilidad
de niños; por lo que la diferencia en el nivel observado
de la fecundidad total en poblaciones de 'fecundidad natural' se
explica, en buena medida, por los modelos de edad al primer
matrimonio y el celibato definitivo." (Saito, p.181) Así
mismo, el espaciamiento entre hijos fue otro factor que
podía explicar una reducción en el número de
hijos. De igual modo, los métodos de anticoncepción
no sólo eran privativos de las clases más altas,
también se utilizaban por parte de los sectores más
pobres en situaciones de crisis agrícolas, y que estos
eran utilizados antes de que se iniciara la transición,
con lo cual se pone en duda que la modernización de la
población modifica el comportamiento en cuanto a un
control voluntario de la fecundidad. Aunado a lo anterior, "el
descubrimiento de fuertes diferencias en los niveles
preindustriales de natalidad otorga acrecentada credibilidad a la
posibilidad de que el crecimiento de la población durante
la fase de transición no se debiera sólo al
descenso de la tasa de mortalidad, como la teoría supone,
sino también —o, incluso, únicamente— a
la elevación de la tasa de natalidad."(Arango, p.180) Por
lo que la supuesta relación intrínseca entre
fecundidad y mortalidad, queda en entredicho y con ello, la
linealidad que supone la transición
demográfica.
En lo que corresponde a la relación entre
industrialización y modernización con el avance de
la transición demográfica, no se sostiene, debido a
los estudios que aportó gran parte de la medicina, lo que
se pudo observar es que en la medida en que se generaba una mayor
industrialización, la salud de los personas
disminuía en el momento que ingresaban al mercado laboral,
las condiciones de trabajo, así como el trabajo femenino,
mermó la salud y nutrición de la población,
y con ello, la esperanza de vida. Así mismo se
observó que en ciertas fases de recesión
económica, la salud de la población trabajadora
mejoraba, dado que no se encontraba expuesta a ciertas
condiciones que ponían en riesgo su salud y a la vez las
mujeres podían dedicar más tiempo al cuidado de los
hijos. (Tapia, 2005)
Ante esto Arango señala: "Si la teoría de
la transición demográfica hubiese precisado mejor
qué entiende por «desarrollo
socioeconómico», o
«modernización», o los términos de este
tenor que utiliza; y, por supuesto, si una vez hecho esto,
dispusiésemos de datos fiables para dar vida a los
indicadores que operacionalizasen tal concepto para un largo
período de tiempo, nos ahorraríamos muchas
palabras, expresando cuantitativamente la intensidad de la
asociación. Por el contrario, al carecer de coeficientes
de correlación, nos encontramos en un terreno
incómodamente valorativo e impresionista. Aun así,
no resulta difícil sustentar las afirmaciones que
anteceden respecto a la existencia de una relación
indudable, pero plagada de irregularidades —que ponen en
cuestión muchas imputaciones de causalidad unilateral y
simplista— entre desarrollo económico y nivel de la
fecundidad." (Arango, p.187)
Sin duda, existe una asociación entre crecimiento
económico y descenso de la natalidad, pero a la vez, al
analizar la particularidad de cada una de las regiones y
países se observó en algunos casos que el descenso
de la fecundidad se había dado en otras poblaciones que no
habían presentado un importante desarrollo
económico. Tal es el caso que muestran Rodríguez
Wong y otros autores (2000), para la región de
América Latina, en donde señalan que
esperarían que el cambio de la fecundidad estuviera
asociado directamente con su estatus socioeconómico, sin
embargo observan que para el caso de Perú que muestra un
menor Índice de Desarrollo Humano, a su inicio de la
transición, es a quien menor tiempo le toma recorrer este
proceso.
El eje Modernización-Población, no se
cumple para todos los casos. Y pone en duda el principio que
haría posible alcanzar el desarrollado anunciado por parte
del proyecto modernizador a partir de la transición
demográfica. Por lo que, "siguen sin aparecer
regularidades persistentes, y por el contrario se entrevén
variables no económicas que singularizan cada experiencia
particular. (…), quien espere encontrar una clara
correspondencia entre el timing de la
industrialización-urbanización y el del descenso de
la fecundidad, se sentirá probablemente perplejo y
desorientado al enfrentarse a la complejidad de la experiencia
histórica." (Arango, p.188)
La generalización de la historia, así como
los supuestos que plantea la transición demográfica
son puestos en duda, desde Occidente; sin lugar a dudas, que uno
de los iniciadores es Marx, al incorporar la visión
histórica de la sociedad y dejar de lado el naturalismo
que había privado en algunas teorías. No obstante,
lo relevante de la demografía histórica es que dota
de la unicidad que corresponde a cada una de las regiones y
devuelve el sentido de otredad. Pone en duda, al mismo tiempo, el
modelo del proyecto modernizador sustentado en el eje
Modernización-Población. Y esto a la vez lo hace
desde los estudios empíricos y cuantitativos. Logra
introducir otro tipo de variables y se deja un poco de lado el
carácter economicista que había privado en gran
parte de los estudios sobre la población.
Esto permitió a la demografía
histórica plantear otras teorías que explicaran el
descenso continuado de la fecundidad. La principal fue la
propuesta por el Grupo de Cambridge, que es la Teoría de
la difusión en donde se planteo vecindad geográfica
y la historia compartida de ciertas regiones modificó los
códigos de comportamiento en cuanto a la fecundidad. Por
lo que, "a medida que progresa nuestro conocimiento de la
transición demográfica tal como realmente
ocurrió se afirma más la noción de la
regionalidad de las pautas de fecundidad y su
modificación, lo que subraya la importancia de algunas
variables culturales —incluyendo destacadamente en ellas a
las lingüísticas— junto a, e incluso a veces
por encima de, las de índole económica. Esto parece
ser particularmente cierto de los procesos de difusión de
los nuevos comportamientos reproductivos, más que de su
iniciación o adopción. De hecho, es éste el
descubrimiento más importante —junto con el crucial
rol desempeñado por la nupcialidad en el control del
tamaño de la familia— de los varios producidos por
la investigación reciente en demografía
histórica." (Arango, pp.191,192)
Los factores culturales que originalmente habían
sido desdibujados desde la construcción del concepto de
población, salen a relucir en los estudios
empíricos de la demografía histórica. Se
demostró que cada una de las regiones tendría
patrones de conducta en cuanto a la fecundidad que dependieran en
mayor o en menor medida, según los casos, de su
cultura.
Esto nos permitiría explicar el cambio
demográfico para otras regiones y cerrar con ello una
etapa de cierto fundamentalismo demográfico basado en la
transición demográfica y generar las
diferenciaciones históricas de acuerdo a las regiones y a
las pautas culturales. Por ejemplo, los estudios de Cambridge
permitieron llegar a las siguientes conclusiones: "el ritmo de
crecimiento de la población en la fase transicional fue,
en los países de industrialización temprana, dos y
hasta tres veces más lento del que conocen hoy en
día los países del Tercer Mundo. En primer lugar,
las tasas de natalidad europeas eran inferiores —a veces en
medida considerable— a las vigentes hoy en los
países en vías de desarrollo. En segundo lugar, la
caída de la mortalidad fue mucho más gradual en la
experiencia occidental que en la del resto del mundo; y
aún no se había consumado cuando ya la natalidad
había entrado en declive. La explicación de esta
diferencia estriba en el hecho de que el descenso de la
mortalidad en el mundo hoy desarrollado resultó del, y fue
simultáneo al, progreso económico, mientras que en
el Tercer Mundo se ha producido de forma súbita, sin
apenas distinción de fases, por derivar de la
aplicación del potencial trasnacional de los avances
médicos y sanitarios generados en el mundo desarrollado.
Como dijo Arthur Lewis hace ya tiempo, en nuestros días
«la tasa de mortalidad está en función del
conocimiento y de la voluntad más que de la renta per
cápita». En tercer lugar, los países
avanzados tuvieron la fortuna de contar, en el período de
mayor presión demográfica, con una excepcional
válvula de escape por la que dar salida a los excedentes
humanos que a pesar de todo se iban acumulando. En referencia,
por supuesto, a los extensos territorios excoloniales o
semicoloniales, especialmente el «lejano imán»
norteamericano." (Arango, p.195)
Esto delimita las condiciones históricas que cada
una de las poblaciones ha experimentado a lo largo de su
historia. Al establecer que una modernización
demográfica lograría un supuesto progreso y
desarrollo, borra toda singularidad histórica y cultural.
No obstante, gran parte de las políticas de
población para el caso de América Latina -en donde
se puede observar un alta pluralidad demográfica, por su
población indígena-, se centraron en alcanzar
ciertos parámetros de la transición
demográfica, incluso ciertos instituciones de
crédito internacionales, ponían como
condición para el otorgamiento de prestamos, que los
países en desarrollo contarán con políticas
de población tendientes a la reducción de la
natalidad. Por lo que, el proyecto modernizador se había
institucionalizado y se dirigía; el afán
colonizador de dicho proyecto se tomó muy en serio, y esto
a su vez, tuvo fuertes repercusiones para varias regiones, ya que
al no contar con el tiempo del que tuvo Europa y EU para asimilar
estos cambios, incrementó la vulnerabilidad de la
población y su propia viabilidad como
región.
Por lo tanto, la transición demográfica no
alcanza el estatus de teoría ya que varios de sus
supuestos quedaron refutados. Sin embargo, "las anomalías
empíricas reveladas por la investigación
histórica no niegan la noción de una gran
transición demográfica. En su forma más
elemental —en la que, por supuesto, no alcanza la
categoría de teoría—, la teoría de la
transición demográfica se limita a describir la
conocida secuencia de los cursos de mortalidad y natalidad de la
que ha tomado el ser, y a postular una imprecisa relación
de causalidad con el desarrollo socioeconómico. No cabe
duda de que tal transición se haya producido en un
número considerable de países, y que lleva trazas
de acontecer en muchos de los restantes. (…) Lo que ocurre
es que tal secuencia es más compleja y variada, menos
uniforme, de lo que los proponentes de la teoría
suponían; y, más aún, que la teoría o
no especifica mucho acerca de timing, lags, umbrales,
etc., o incurre de nuevo en generalizaciones abusivas con las que
la experiencia histórica no siempre se compadece."
(Arango, p.196)
La demografía histórica, significa un gran
aporte para el estudio de la población, ya que
estableció las dimensiones reales a las que la
transición demográfica les había otorgado
una importancia crucial y que a la vez fundamentaba gran parte
del proyecto modernizador. Con esto la transición
demográfico quedó reducida a un modelo descriptivo;
no obstante, cabe tomar en cuenta la prevención que hace
Canales, al señalar que es una salida fácil "porque
aun cuando se asuma la transición demográfica como
modelo estrictamente descriptivo y empírico, en el fondo
este modelo se sustenta en el marco teórico de la
modernización, aunque pocas veces ello se haga en forma
explícita. No es posible usar el modelo de la
transición demográfica desde un enfoque que no sea
el de la modernidad. La teoría de la modernización
es el marco desde el cual el modelo de la transición
demográfica ha sido construido y llenado de sentido y
significación. Plantear el posible uso de la
transición demográfica como modelo descriptivo pura
y simplemente es un llamado engañoso, pues obliga a pensar
el problema demográfico en el ámbito de la
teoría de la modernización, pero sin hacerlo
explícito e impidiendo, por tanto, la
reconstrucción del problema demográfico a partir de
la revisión crítica del paradigma de la
modernidad." (Canales, p.396)
Estudios en
México de la transición demográfica y la
demografía histórica
Propuesta de un acercamiento a la teoría
de la difusión para el caso de
México.
Gran parte de los estudios en México se centraron
en estudiar la dinámica demográfica en
función de la transición demográfica, el eje
Modernización-Población estuvo presente en varios
estudios demográficos hasta gran parte de los años
70, donde la demografía histórica, comenzó a
tener relevancia.
En lo que corresponde al primer caso, Benítez
hace estudios en donde integra diversas variables que apuntalan
el avance de la transición demográfica
(Benítez, 1982). En donde una de las preocupaciones
centrales es alcanzar el estatus previsto en función de
generar ciertos cambios sociales y un determinado régimen
demográfico. Aunque hace apuntes importantes sobre los
factores que inciden de manera directa en la fecundidad, bajo un
análisis de causa y efecto, no logra trascender el eje
Población-Desarrollo. Aunque, en los análisis de
matrices que el hace se puede apuntar ciertos factores
culturales, tales como la rama de actividad y la escolaridad, no
se ahonda en estas variables, y además son variables que
siguen ancladas en una perspectiva de
modernización.
Asimismo el estudio de Tuirán (2002), pone
énfasis en la modernización de la sociedad, en
particular de la mujer. Tuirán señala como la
transición demográfica modifica el tiempo de vida
dedicado a la escolaridad, así como la edad en la que se
contrae matrimonio y el aumento en los niveles de escolaridad. A
pesar de que el autor sigue el mismo eje modernizador, lo
importante es que señala un factor importante que es la
desigualdad social, con esto modifica en cierto grado el
planteamiento que sólo del crecimiento económico
sin importar la desigualdad, sino más bien introduce una
variable que permite medir lo que a nivel macro no es observable.
Así mismo, detecta varios factores que pueden poner en
riesgo a la población de las mujeres frente al avance de
la transición demográfica.
Sin embargo, las aportaciones de la demografía
histórica para estudio de la población en
México, los podríamos encontrar en Robert McCaa
(2001). Lo que hace el autor es señalar diversas variables
que explican las tasas de fecundidad y mortalidad, de las
poblaciones indígenas. La nupcialidad, los aspectos
militares, así como el régimen alimenticio
serán elementos que permiten explicar los niveles estas
tasas. A la vez, nos permite refutar el planteamiento hecho por
la teoría modernizadora de la población, al
señalar que una sociedad moderna racionaliza el desarrollo
de su población, a diferencia de las sociedades
premodernas. Señalar que una sociedad es premoderna por el
hecho de que mantiene altas tasas de natalidad y fecundidad,
omite los criterios de racionalidad que se asumen al mantener una
tasa alta de fecundidad frente a los riesgos que se pueden
presentar para esa población, tales como epidemias,
guerras o el régimen productivo, que podían poner
en riesgo la continuidad de una familia o de una
población. Así mismo, se observa un uso de la
racionalidad al calcular los beneficios que se poseía, al
tener más hijos, los cuales a su vez podrían ayudar
en las actividades laborales. Estos patrones se mantuvieron de
una u otra manera para hacer frente a determinados riesgos que se
presentaban a la población, y que decayeron en la medida
en que estos factores de riesgo fueron mayormente
controlables.
De igual modo, el estudio de Esteinou (2008), nos arroja
información sobre los patrones culturales que
prevalecían sobre la época prehispánica en
el mantenimiento de familias extensas, las cuales
permitían dar cohesión a la familia y a la
comunidad. En la época colonial, el papel cultural que
jugó la iglesia en la dinámica y composición
de las familias.
La investigación de Quilodrán (2001),
estudia la evolución de la nupcialidad y la importancia
del matrimonio como institución reguladora de la
fecundidad, así como las cambios subsecuentes que tuvo
esta, en función de la edad a la que se contraía la
nupcias, así como las nuevas uniones conyugales que se
vinieron gestando a lo largo de los años.
El estudio de Gómez de León (2001),
estudia como los cambios en la nupcialidad modifica las tasas de
fecundidad, en función del aumento de la esperanza de vida
y, otros factores como, la escolaridad y los divorcios, de igual
modo, como las diversas uniones conyugales van alternado los
patrones de fecundidad.
La demografía histórica para el estudio de
la población en México, ha permitido ahondar en los
factores culturales y sociales que han ido modificando la tasa de
fecundidad y que han venido generando los cambios
demográficos. Con ello se ha podido sortear de mejor
manera el eje que mucho tiempo privó los estudios de
población en México, y que a su vez
mantenían y mantienen, políticas de
población que contravienen a la propia realidad
histórica de la sociedad.
De igual modo, por un intento de acercarnos a estudiar
la fecundidad en México, desde la teoría de la
difusión, surgida de la demografía
histórica, quisiera hacer el planteamiento de un estudio
sobre la tasa de fecundidad y la población
indígena. Si lo que plantea la teoría de la
difusión es que en función de las pautas culturales
tales como la lengua y en función de la vecindad e
historia compartida, se puede difundir pautas de comportamiento
que modifiquen la tasa de fecundidad, entonces la pregunta eje
que guiaría este estudio es: ¿La presencia de
población indígena y su tasa de fecundidad son
determinantes para que ciertos estados mantengan altas tasas de
fecundidad?
De acuerdo con datos de CONAPO, los estados que presenta
una mayor tasa de fecundidad son Oaxaca, Chiapas, San Luis
Potosí, Guerrero y Puebla, los dos primeros de 2.9 por
cada mujer y los tres últimos de 3. Los cuales tres de
estos Oaxaca, Guerrero y Chiapas, integran la región
suroeste, la que posee la mayor tasa de fecundidad de 2.96. A
excepción de San Luis Potosí, los otros cuatro
estados concentran la mayor población indígena, de
acuerdo con datos de los Indicadores Sociodemográficos la
Población Indígena, con estimaciones de CONAPO. Sin
embargo, a diferencia de Chiapas y Guerrero que experimentaron un
aumento de la población indígena, los otros estados
experimentaron un crecimiento negativo de su población
indígena. Si lo que nos interesa explorar, a partir de la
teoría de la difusión, es como las pautas
culturales pueden modificar de manera directa las tasas de
fecundidad de la población tomaríamos dos variables
la de la lengua y la migración. Sin embargo, nos
haría falta otro dato fundamental que es la tasa de
fecundidad de la población indígena, que no se
incluye en los Indicadores de la población
indígena, sólo se incluye la tasa de crecimiento de
esta. Así mismo, sólo se incluye los estados con
mayor y menor inmigración, pero no con mayor
migración.
Realizar los cruces con las respectivas variables,
analizar las tasas de nupcialidad y las edades en las que se
contraen, nos permitirá conocer que factores culturales
imperan en estas poblaciones. Así mismo, nos podría
arrojar información de hasta donde la lengua pueden ser
factor determinante para que la modificación de la
fecundidad sea más lenta comparada con otras poblaciones
indígenas bilingües o hispanoparlantes. Dejo en el
tintero este estudio que nos permitiría arrojar
explicaciones sobre los patrones de conducta de la fecundidad de
estas poblaciones y analizar más allá de los datos
presentados como que las tasas elevadas de fecundidad responde a
una reacción de las altas tasas de mortalidad, así
como la necesidad de mano de obra.
Conclusiones
Este ensayo más que plantear una visión
antioccidental o antimodernizadora, de lo que se pretende dar
cuenta, de los pasos ciegos que tiene el proyecto modernizador,
la cual tiende a borrar las diferencias históricas y
culturales de una población. Es hacer del concepto de
población, un concepto incluyente al hacerlo desde una
perspectiva histórica. Es apelar a al incorporación
de otras disciplinas, como se ha venido haciendo, a la
demografía, y situar el discurso sociológico, en el
análisis demográfico. Es plantearse el
análisis del discurso demográfico desde una
teoría crítica, la cual permita trascender la
racionalidad instrumental que ha operado en gran parte de las
ciencias sociales, y de la cual la demografía no se ha
visto ajena. Es a la vez, la continuación de abrirse
brecha frente a un camino diferente del desarrollo y del progreso
planteado por Occidente. Es mirarse en el espejo de la historia,
y lograr aunar tradición y modernidad. Las pautas
culturales de una población más que significar una
sociedad premoderna, en ocasiones pueden significar respuestas a
desafíos que se hacen presentes, y que a la vez estas han
aprendido a afrontar. Aplicar ciertos modelos que no concuerden
con la realidad histórica de esta pueden en poner en
riesgo a una población. El intento es repensar los caminos
por los cuales se transita hacia la modernización y
qué tipo de modernización.
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CONAPO, 2005.
Autor:
Asael Santos Santiago
Facultad de Ciencias Políticas y Sociales,
UNAM
Sociólogo
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